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La ilusión

La ilusión Podríamos Decir que Jan Varik nunca fue una persona normal. De hecho se autodefinía como una persona antinormal:

- ¡Qué triste ser normal en estos días de sueños!

Dentro y fuera de su picasiano gallinero Jan Varik buscó siempre los límites. Buscaba los límites en la sonrisa de una dama, en el fa sostenido del pájaro de la mañana y en cada una de las miradas de su propio amanecer. Dilucidaba sus propios límites en el amor, la desesperanza e incluso en los sueños.
Se enamoro de las hijas del siglo XIX, Viena, Londres, Barcelona y por supuesto Paris. Sus límites le regalaron acalorados debates en salones y cafés con matemáticos y numerologos entablillados en sus razones cúbicas.
Y fue allí, en la ciudad de las mentes despiertas donde Jan Varik decidió apagar la suya. Las razones que le llevaron a bailar sobre su cuello en aquella habitación de Mont Maitre los guardó en su turno de noche junto al reloj que colgaba del corazón. Su testamento se disfrazo de nota arrugada en un bolsillo de su penduliano pantalón, tan limitado como ilimitado en una sola palabra, no.

1 comentario

Bob Dylan con corbata -

La necesidad de búsqueda de la verdad y la belleza la llevamos todos tatuada en el alma. Primero hay un encuentro, una experiencia, y posteriormente, de la mano de la razón, podemos andar el camino. Con valentía. Sin miedo. Abrazos, filologo.