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islasdepiedra

Colgando vidas

Colgando vidas Yo no tuve la culpa. Fueron los diarios los que sacaron la noticia y embravucaron a la gente, incluso el mar se volvió violento quedando Poseidón en entredicho. En el muelle una pareja se besaba aplaudida por un par de caracolas salidas, en tanto, dos señoras rellenas de pavo real, llenaban sus bolsos con ladrillos, por si acaso el mar se seguía poniendo, mar al fin y al cabo. La charada huía de la espuma por encima de los tejados y las pelotas fueron requisadas por un guardia que tenía cara de salmón. A eso de las 6 de la tarde el gobierno prohibió el uso de la s y de la r, porque son letras que incitan a la revolución. Un intelectual nada revolucionario, que no se sabía atar la corbata, se rió de todos, y luego lloró, porque no tenía a nadie con quien reír, ni siquiera sus libros le habían esperado. Un jovencito de provincias buscaba una barca para cruzar el charco, Aqueronte le prestó la suya a cambio de un buen cocido y un café con hielo. La señora preparó el café y terminó de hacerse las uñas, que según el portero medían tres kilómetros y treinta dos centímetros, mientras oculto en una bolsa, un bandido la esperaba para amarla un sólo segundo, él no quiso cobrarla nada por sus servicios. En ese momento una paloma declaró su amor a una vieja viuda y la prensa del corazón dudo de sus intenciones. En la noche de bodas el botones recibió una buena propina y le compró a su novia pelirroja un trocito de la torre Eiffel, lo más romántico que habían hecho nunca por ella. La paloma y el botones perdieron la virginidad la misma noche. La cena se quedaba fría y el solitario no esperaba a nadie más, no sentía a nadie pues nadie existía para él, mientras se comía la cena fría se cansó de esperar a nadie. La maleta que venía de Trivoli se puso una pegatina de Barcelona y se fue de putas en las Ramblas, no recuerda cómo la portuguesa le abrió el cuero, pero nunca le habían abierto el cuero igual. Cerró la puerta y le dejó descansar, le cobró un trocito de juventud en una finca bonaerense, donde todavía la afición de Boca le echaba de menos. En el mismo portal una joven homicida dormía como sólo se duerme en Disney, convirtiéndose en pura heroína para huir de sí misma. Ya le dije al comisario que yo no tuve la culpa, fueron los diarios los que sacaron la noticia. El tranvía subía al Tibidabo y el tiempo jugaba a colgar una vida de otra en mis rodillas. Se hacía tarde.

1 comentario

Airun -

Bueno rubio, ya q hablas tanto d Barcelona a ver si t atreves y ns haces una visita eh, jejeje
Un besoteeee!!! ;)